sábado, 29 de enero de 2011

Momentos propicios para la escritura.

Reviso recuerdos de tiempos tan cercanos, ¿es un cambio de vida el que me hace falta?.

Los monólogos de pronto se vuelven aburridos, se necesitan de cosas para innovar, pensaba en los días tan tristes que me tocaron para cuando estuve en charcas, luego algunos se tornaron divertidos y quizá fue la costumbre, no hay duda en eso fue la costumbre, paso por mi mente el alargar mi estadía. El día 21 de enero fue la buena decisión de salir corriendo, escapar en el primer transporte que tuviere cerca. Así es como llegué a Matehuala, un error de cálculo de tiempos, pero es que nadie es perfecto, la noche del hotel fue un tanto peor que la peor que pasé en Charcas Inn, ni siquiera había agua, el señor se porto tan amable, hasta la hora en que decidió subir agua para el baño, lo bueno es que me dieron la habitación del rincón, la última, esa me tocó a mi. No iba a estar más que una noche así que no fue problema, el tercer piso y un pequeño pasillo después que se ya no había más cuartos. Muy bien solo voy a dormir, la señal de internet impecable, como me lo había prometido no había agua, la limpieza distaba mucho de lo que costó el hotel, menos señales de arduas y ardientes peleas, quizá pudieron presentarse en un Motel, mi problema fue la obscuridad de mi llegada, desde 30 minutos antes el camión penetraba en una dolida obscuridad, tan fuerte ella, que las luces de las casas distantes titilaban con tanto esfuerzo para poder ser percibidas por los ojos de los viajantes, titilaban con si de código morse se tratara, y un mensaje de auxilio pidieran, pero rescatar almas perdidas no es motivo de mi viaje a Matehuala.

Se presume que el nombre Matehuala proviene de un dialecto utilizado por los indigenas Guachichiles, a modo de grito de guerra, quizá para amedrentar a la gente o para advertirles, "No vengan", aunque la "Ciudad de Matehuala" no es fea, puesto que tiene cierto encanto y algunas construcciones bonitas, no fue de mi agrado, es como otra población más, donde puedes visitar su iglesia, sus parques y quizá su palacio municipal, pero que caso tiene todo esto, como si la religión católica no estuviera presente en todo México y gran parte del mundo. Iglesias puedo visitar en cualquier fin de semana, dentro y a las afueras del DF. Conocí gente buena onda y un señor tendero que estudio en el politécnico, y ahora se dedica a vender tortas, gorditas (muy buenas las de Barbacha), café y menesteres propios de una tienda-lonchería. Estuvimos platicando de la vida y las cosas que lo llevan a uno como hombre a tomar las decisiones que darán rumbo a su vida. Qué triste historia.

Entonces, mi historia en charcas se resume en un - Parece que nunca paso-

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