Cada Fin de semana cuando trabaja los sábados y no podía regresar entonces a la capital del país, al día siguiente muy temprano tomaba mi mochila hacía Ciudad del Carmen para conocer de paso un poco las tierras locales y la cultura, pase por la iglesia y el parque donde toda la gente se sentaba, había por ahí cerca un holanda, donde pase a comprar un helado, pedí el más grande y toda la gente me miraba tan raro, pues la gente tan pobre ahí, cuando compraba su helado compraba el vasito pequeñito y yo con el más grande de todos. Eso por una parte caminando por el centro había un lugar donde olía tanto a café, donde la gente adinerada del pueblo se estacionaba en sus camionetas enormes a tomar café mientras la demás gente miraba desde el parque solamente. Ya hacía la tarde regresaba a mi casita tan pequeña, mini casa, solamente tenía un micro-cuarto y una micro-sala, con todos los muebles empotrados, como en la canción de piedra a de ser la cama, y también los demás muebles.
Un día me encontré con la señora encargada del aseo del departamento, entonces platicando con ella le conté de unos ruidos de que venía escuchando días atrás, mejor dicho semanas, unos ruidos un tanto extraños que no podía explicar, por cerca de mi domicilio pasaba la linea del tren y era un ruidero al que tarde un poco en acostumbrarme, pero el ruido que afectaba mis sentidos era muy diferente a el ruido y el temblor de suelo que generaba el paso del tren. La señora encargada del aseo me pregunto si trabajaba para la compañía, le respondí afirmativamente preguntando como lo sabía, me respondió que solo había dos departamentos en esa zona propiedad de la compañía, en el que yo me quedaba y uno arriba, en el que se hospedaban los jefes cuando estaban de visita en las instalaciones y que los viernes de noche llegaban uno de los jefes y su secretaría a pasar ahí la noche y jugaban domino, eso explicaba el ruido extraño que no tenía explicación pues cuando revolvían las fichas pegaban con las losetas de las mesas de piedra forradas con mosaico, pero eso no era todo, algunas veces al abrir las ventanas por el calor impresionante se escuchaban unos quejidos espantosos, y que no dejaban dormir y que a veces causaban pesadillas n_n. Tacones altos que iban de un lado al otro de la habitación, y lo mejor es que no tenían cabecera pues entre el calor de la pasión…
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